lunes, 16 de julio de 2012

Atardecer en la Gran Vía III


Una de las mayores satisfacciones que puede tener el amante de la fotografía es aquella que experimenta cuando tras pulsar el disparador de la cámara y tomar la foto visiona la misma en la pantalla y siente que "esa es la foto".



Esta sensación a veces no pasa de ser un espejismo que cede ante la realidad de una foto no tan redonda al ver las fotos tranquilamente en un monitor.



La foto que os presento hoy es parte de una serie que realicé hace algún tiempo y que va a tener su continuación en breve. En aquella sesión tuve la sensación que describí antes en varias ocasiones y esta fue una de ellas.



Una de las labores de "campo" del fotógrafo es la de preparar la toma para el día "X".  Ese día no se sabe nunca a ciencia cierta cuando va a llegar, un buen cielo, disponibilidad, inspiración etc... son elementos que intervienen y que en parte no depende de nosotros. Por eso se deben tener controlados los elementos que si que podemos controlar, esto es la localización, el encuadre, tener clara cuales con las mejores horas del día y como no, saber qué equipo necesitamos.



Durante dos semanas estuve buscando una localización elevada que me permitiera fotografiar la Gran Vía de Madrid. Entre ellas localicé la que dio lugar a la toma que os comento.



Una de las dificultades de la misma radicaba en que de por medio hay un cristal que dependiendo de las nubes existentes produce una serie de reflejos que en diversas pruebas no conseguí eliminar con polarizador o ND alguno. Además el mismo reflejaba la luz interior del establecimiento.



Tras varias comprobaciones y acercarme al sitio varias veces (incluso sin cámara llegue a la conclusión de que si quería tomar una foto del atardecer era necesario que el día de la misma hubiera nubes en la zona sur y sur este.



Aquí comienza la labor de HOMBRE DEL TIEMPO, y es aquella en la que el salir por la mañana con la cámara para tomar la foto a la salida del trabajo o no depende de lo que los numerosos programas de predicción del tiempo indicaran en la pantalla del móvil.  



Ese día llegó con la particularidad de que se anunciaba algo de viento este-oeste (perfecto ya que el encuadre es básicamente ese) y riesgo de lluvia a última hora del día.



Al amanecer y salir de casa en el cielo ni una nube, algo que no parecía presagiar nada bueno. Pero el optimismo del fotógrafo hizo aparición y finalmente cogí el equipo.  A medio día el panorama no era el mejor, pero la esperanza es lo único que no se debe perder.



Finalmente la tarde fue encapotándose, hubo un momento en el que pensé que demasiado ya que parecía que el cielo iba a perder todo relieve y volumen. Justo cuando empecé a disparar (a pulso ya que no esta permitido el uso de trípodes) una ligera brisa empezó a mover las nubes y estas empezaron a tomar fuerza.



Gracias al trabajo de las semanas anteriores el encuadre estaba totalmente trabajado, salvando cables, repisas fachadas y demás elementos que "ensuciaban la vista". El objetivo un 16mm en una FF.



El resultado el que veis. Una sola toma con un procesado no tan agresivo como mucha gente pudiera pensar, por fortuna la luz se tornó por instantes como en esos  en los que nos invade la calima y el tono amarillento estaba ya presente, solo tuve que resaltarlo, para que la foto que tenia en mente cobrara vida. Una ciudad que empequeñece que parece absorber la luz y cuyos habitantes se mueven entre tonos apagados.



Una ve mas la experiencia me demostró que el trabajo de campo y la preparación es imprescindible.



Espero que os guste la toma.



Un saludo

3 comentarios:

  1. Una gran fotografía, realmente genial. Enhorabuena y un saludo.

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  2. Es una gran fotografía, pero ahora que se conoce el trasfondo de la misma hay que valorarla incluso más. Un gran trabajo. Saludos

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